Las fuentes marinas como el pescado y el krill no producen los ácidos grasos omega-3, sino que los acumulan en su tejido graso a partir de las algas que consumen. El tejido graso también acumula contaminantes industriales y ambientales; por tanto, los aceites derivados de estos tejidos contienen altas concentraciones de toxinas.
Dado que el pescado es la forma más económica de extraer ácidos grasos esenciales, la demanda de suplementos de aceite de pescado está afectando a la población mundial de peces. Más del 70% de las especies de peces están totalmente explotadas o agotadas. Los estudios han predicho que si continúa la sobrepesca, habrá un colapso completo del ecosistema del océano para 2048.
